La polirradiculoneuritis aguda es una de las neuropatías periféricas caninas más frecuentemente diagnosticadas y se considera el equivalente canino de la neuropatía humana aguda, el síndrome de Guillain-Barré (GBS) El escenario clínico típico para AIP describe una paresia/plejía flácida de desarrollo rápido, que generalmente comienza en las extremidades pélvicas y eventualmente afectará las extremidades torácicas. La mayoría de los animales afectados serán tetrapléjicos o tetrapléjicos no ambulatorios dentro de los diez días posteriores a la aparición inicial de los signos clínicos. No es raro llegar a este nivel de disfunción dentro de las primeras 72 horas. El desarrollo de parálisis respiratoria potencialmente mortal es motivo de preocupación, especialmente en los casos de progresión más rápida. La afonía o disfonía es común y algunos pacientes también presentan paresia facial. Los perros en la etapa progresiva de la enfermedad (especialmente durante los primeros 4 a 5 días) deben ser monitoreados de cerca en el hospital por problemas respiratorios. Los animales que muestren signos de compromiso respiratorio grave deben mantenerse en cuidados intensivos y pueden requerir ventilación mecánica. El diagnóstico generalmente se basa en la reseña, la historia y los signos clínicos característicos de una polineuropatía rápidamente progresiva. Sin embargo, el diagnóstico diferencial debe incluir otras causas de polineuropatía. No existe una terapia específica para esta enfermedad. Los cuidados de enfermería, la fisioterapia y la nutrición adecuada son esenciales para la recuperación. El pronóstico para la recuperación completa suele ser favorable.